El cuidado de los difuntos después del fallecimiento y antes del velatorio es aun hoy en día un tabú para muchas personas. Por esta razón, la tanatopraxia es una técnica poco popular. En realidad, su aportación es fundamental porque representa la aplicación sobre el difunto de todas aquellas prácticas necesarias para su perfecta conservación y buen aspecto estético.
Las acciones de la tanatopraxia
Cuando un difunto pasa por las manos de un tanatopractor se le aplican todos los procesos necesarios para su higiene, conservación, restauración y cuidado estético. Todas estas acciones se realizan siguiendo las normas higiénicas y sanitarias establecidas previamente, y respetando siempre los requisitos de la religión del fallecido y su familia.
Los objetivos de la tanatopraxia
La profesión de tanatopractor es el equilibrio perfecto entre un médico forense, un psicólogo y un especialista en estética. Además de la conservación del difunto y de garantizar su buen aspecto, un experto en tanatopraxia busca dar una apariencia natural y relajada al fallecido, para que los familiares que lo van a ver en el velatorio tengan la sensación de que está durmiendo.
La buena imagen que ofrece un difunto después de que se le apliquen las técnicas de tanatopraxia ayuda a reconfortar a sus familiares y amigos, que se quedan con una última imagen dulce y serena de su ser querido fallecido.
El maquillaje en la tanatopraxia
Las labores de tanatopraxia se complementan con un importante trabajo estético, que pretende retornar el color natural al fallecido con la aplicación de maquillaje específico para las condiciones en las que se encuentra el difunto. Para este proceso se usan productos específicos, que se usan en el ámbito de la tanatopraxia, como conservantes o carne artificial.
Una formación completa
Los tanopractores son profesionales con una amplia formación. Para ejercer su trabajo, deben tener conocimientos de conservación, anatomía patológica, medicina forense, legislación y psicología, entre otras materias.